Pedir matrimonio a la persona que amas es uno de los momentos más bonitos de la vida. Algunos hombres tienen claro que tipo de pieza quieren regalar, pero muchos otros dudan sobre su elección y es conveniente que se dejen aconsejar por el joyero.


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Las joyas para la pedida de mano que se regalaban el pasado siglo XX han ido variando con respecto a nuestros días, influenciadas por los cambios sociales y las nuevas tecnologías, el cine a final del siglo pasado y las redes sociales en la segunda década del siglo XXI.

En España, sobre los años 50, cuando la pareja decidía casarse el padre del novio hablaba con el padre de la novia para concretar el casamiento y realizar la pedida de mano, donde era convencional que el novio, o mejor dicho sus padres, regalaran una joya a la novia y a su vez el novio recibiera un reloj por parte de sus futuros suegros.

El reloj sigue siendo el regalo para los novios, pero las joyas de las novias han ido variando según la época. Entre los años 50 y 70 era habitual ver juegos de sortija y pendientes para agasajar a la novia, frecuentemente aderezada con diamantes y/o gemas de color como rubíes, zafiros y esmeraldas. Las joyas, regalo de pedida, eran utilizadas el día de la boda. También era muy elegante regalar una pulsera de diamantes, la que llamamos riviere, pieza que ha vuelto a ponerse de moda como regalo de pedida por parte de los padres del novio. Ahora os explicaremos el porqué.


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La irrupción, a mitad de los años 70, de las películas románticas provenientes de Hollywood donde los protagonistas masculinos, rodilla en tierra, le pedían matrimonio a su enamorada mientras abrían el estuche que contenía un solitario con un diamante, marcan un antes y un después del deseo de las novias hacia su regalo de pedida. A partir de ese momento el solitario con diamante se convierte en el top ventas para la pedida de mano. Este regalo sigue siendo financiado y realizado por los padres del novio.

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Con la actualización social de la juventud, acaecida a partir de los años 90 y hasta nuestros días, donde empiezan a ser más independientes de pensamiento y de facto, cambian los hábitos a la hora de pedir matrimonio a sus novias. La elección de la pieza empieza a ser efectuada por el novio y no por sus padres, y prefieren que el momento de pedir a su novia que se case con él sea un instante más íntimo, personal y de la pareja únicamente, sin familiares presentes.


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Hay chicas que tienen claro cuál es la sortija de sus sueños y los novios tienen claro sus deseos, pero otras prefieren que sea sorpresa y que sus novios elijan la joya con la que le pedirán matrimonio, de acuerdo a sus gustos. Ambos casos quieren ser ratificados siempre por la opinión profesional del joyero y suelen preguntar sinceramente ante un regalo tan importante para ellos.


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La elección de la joya, en este caso, suele ser una sortija, casi siempre un solitario, aunque los más vanguardistas se inclinan por una riviere.


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Estos regalos suelen ir acompañados, en su entrega, por una cena romántica o un viaje especial, pero sobre todo de un momento sorpresa donde la novia no se espera nada y el desenlace que se le avecina le llenará el corazón de alegría y lo recordará toda su vida.


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Cuando se les comunica a los padres la buena noticia por parte de los hijos, ellos quieren también que los novios tengan un recuerdo suyo y que puedan lucirlo el día de la boda, por lo que suelen regalar a la novia los pendientes o pulsera riviere y el reloj para el novio. Este acto es como la pedida oficial, recordando lo que se hacia en tiempos pasados incluyendo a las familias como acto social y presentación pública del futuro matrimonio.



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